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Mujeres esenciales en pandemia y corresponsabilidad de las tareas de cuidado

La Defensoría del Pueblo porteña realizó ayer un encuentro con trabajadoras que brindaron servicios esenciales durante la pandemia de COVID-19 y que tuvieron un rol preponderante en el cuidado y el apoyo a los vecinos y vecinas de la Ciudad de Buenos Aires.

El objetivo de la reunión, que se llevó a cabo en la sede de la Defensoría de Belgrano 673, fue problematizar y debatir la importancia del cuidado para la reproducción y sostenimiento de la vida y la necesidad de avanzar hacia modelos de corresponsabilidad -familias, Estado, mercado y comunidad- de modo tal que la carga de estas tareas dejen de recaer de modo exclusivo sobre las mujeres.

El derecho al cuidado, su justa distribución, así como los derechos de las cuidadoras en un debate central que atraviesa la agenda de igualdad. Y, en ese sentido, resulta esencial contar con las voces de aquellas mujeres que tuvieron un rol esencial durante la pandemia. Es por eso que entre las participantes estuvieron representantes del Poder Ejecutivo Nacional; referentes de la salud mental; del trabajo en comedores; de las residencias de larga estadía; de la Policía; de las escuelas públicas; de asociaciones defensoras de la diversidad; de las trabajadores de casas particulares y de los gremios, entre otros sectores.

La Defensora del Pueblo porteña, María Rosa Muiños, estuvo a cargo de la apertura de la jornada: «Las convocamos desde la Defensoría para saber cómo transitaron su trabajo durante la pandemia. Sabemos que tuvieron que absorber una gran cantidad de tareas extra y muchas veces muy complejas. Nuestro objetivo es impulsar políticas activas y efectivas que contribuyan a mejorar el trabajo en cada sector», aseguró.

Asimismo, Muiños recordó que, durante la pandemia, «muchas trabajadoras no fueron debidamente reconocidas y por eso queremos escucharlas y representarlas. Ese es mi objetivo, tener una gestión basada en la escucha activa», añadió.

Lucía Cirmi Obón, directora nacional de Cuidados del Ministerio de las Mujeres de Nación, participó de la jornada y habló sobre algunos de los desafíos a los que se enfrenta su gestión: «La organización del cuidado actual es muy funcional al sistema económico y es difícil modificarla, pero trabajamos para visibilizar esta situación, que cada vez tiene más lugar en la agenda mediática».

Respecto a las políticas públicas que llevó a cabo desde su función, enumeró: «Trabajamos para la reglamentación del teletrabajo, para ayudar a las trabajadoras no registradas a bancarizarse y que se respeten sus derechos, y a apoyar a aquellas mujeres que padecen violencia económica. Fue una tarea muy dura, que nos tocó, además, en medio de la puesta en funcionamiento del Ministerio», dijo, en alusión a la conformación del Ministerio de la Mujer, Géneros y Diversidad, que se inauguró con el actual Gobierno nacional y poco tiempo antes de que se desatara la pandemia mundial.

Entre las participantes estuvo Soledad Linale, presidenta de la Mesa Nacional por la Igualdad, quien durante la pandemia se encargó, entre otras cosas, de repartir alimentos para personas trans y no binarias durante la pandemia. «Hubo mucha necesidad de comedores populares», admitió.

Micaela Sorella es profesora de Educación Especial en escuelas públicas porteñas. «Durante la pandemia realizamos una tarea muy difícil y sin las condiciones mínimas», aseguró Sorella y detalló: «Con nuestro sueldo de docentes tuvimos que pagar Internet y conseguir planes de datos para alumnos de la escuela que padecen situaciones de vulnerabilidad. No tuvimos ningún tipo de ayuda del Gobierno porteño. Dábamos las clases por WhatsApp, porque muchas familias nos pedían no utilizar otros métodos que les insumieran más datos del celular, ya que -en muchos casos- se trataba de familias que tenían un teléfono para varias personas Además de ser docentes, tuvimos que oficiar de trabajadoras sociales».

Marcela Romero, directora de la Casa Trans, aseguró que «la situación de las personas transgénero en CABA durante la pandemia fue terrible, porque nos encontramos con un gobierno inoperante que no nos cuidó. Con compañeras que sufrieron una feroz discriminación. Comedores donde se acababa la comida y muchas quedaban sin poder acceder a un plato. Tuvimos problemas para acceder a gran parte de la medicación que necesitamos.

Por su parte, Bárbara D´Antuono, representante de la Unión Personal Auxiliar de Casas Particulares, explicó cómo, durante la pandemia, desde su gremio tuvieron que «lidiar con la estigmatización que ya sufren las trabajadoras de casas particulares, pero potenciada». «Las asesoramos para que pudieran defender sus derechos, ante empleadores que las presionaban para que presentaran la renuncia porque no querían seguir pagándoles el sueldo en medio del confinamiento. Fue muy difícil, porque todo se hizo de forma virtual y muchas trabajadoras no tenían el conocimiento mínimo para poder hacerlo. Nuestro trabajo tuvo una cuota adicional de docencia», afirmó.

Alejandra Fontana trabaja como administradora en la Residencia Geriátrica “La casa de mis abuelos” y habló sobre el fuerte desgaste que sufieron durante la pandemia. «El hecho de no poder volver a tu casa por varios días, de tener que explicarle a una abuela por qué no puede ver a su hijo o hija. Tuvimos que enfrentar la depresión de mucha gente, incluida la nuestra».

Gabriela Gibaut es coordinadora de psiquiatría de Unidad de Guardia del Hospital Rivadavia. En su alocución, habló sobre la afectación que el confinamiento generó en gran parte de la población. «No sé si se midió lo que fue el aislamiento para la gente contagiada e internada en el hospital, donde no podían tener contacto ni con la gente que les llevaba la comida. Desde la salud mental lo que trajo este aislamiento fue muy difícil. Se priorizó lo biológico y no lo biopsicosocial», afirmó.

Patricia Cuellar es policía responsable de comisaría y habló sobre el rol que le tocó enfrentar durante la pandemia:  «Trabajamos mucho para contener a nuestro personal, que nunca dejó de estar en la calle», dijo y ejemplificó: «Trabajadoras que tenían hijos chicos que tenían que amamantar, que tenían que trasladarse largas horas para trabajar y nunca dejaron de hacerlo. Estuvimos en la calle, apoyamos a familias que no podián ir a retirar sus alimentos, lidiamos con el miedo y la angustia de muchos. Nos pusimos en riesgo, estando en el medio de una comisaría, hablando con todo el mundo, atendiendo a gente en situación de calle en los peores momentos del virus».

Karina Nicoletta es secretaria de Género de la Asociación Gremial de Trabajadores de Subte y Premetro (AGTSyP), sindicato más conocido como los Metrodelegados. Respecto de cómo fue trabajar en el subte durante la crisis del Covid-19, dijo: «Nos tocó asumir esta pandemia de una forma muy compleja, por la falta de decisión política del Gobierno porteño y por la incapacidad de una empresa (Metrovías), que se retiró de gran parte de la responsabilidad que le tocaba. La circulación del virus estuvo presente de manera muy fuerte y 15 compañeros y compañeras perdieron la vida».

Uno de los momentos más emotivos de la jornada fue cuando habló Mabel Quiroga, trabajadora del Comedor la Misión del Barrio Carlos Mugica. «Ahora tenemos 1200 personas y 1200 raciones. En el peor pico de la pandemia llegamos a superar las 2.500 personas a las cuales había que alimentar diariamente. Perdimos la cuenta de tanta gente que venía. Atendíamos a gente que estaba aislada y necesitaba que le llevasen la comida. Fue muy difícil», concluyó.

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