Contrariamente a lo que pueda suponerse, hablar de sordoceguera no es hacerlo respecto de una doble discapacidad, sino de una discapacidad única en la cual la pérdida de dos sentidos (vista y oído) provoca necesidades específicas en la comunicación, el acceso a la información, la orientación y la movilidad de la persona sordociega.
Tan sólo entre un 5% y 10% del colectivo pertenece al grupo de sordociegos totales; la población restante posee algún tipo de resto auditivo y/o visual.
Por lo tanto, la palabra SORDOCIEGO/A es un solo vocablo ya que hace referencia a una sola discapacidad.
El 27 de junio fue instituido como el Día Internacional de la Sordoceguera, en la Declaración de las Necesidades Básicas de las Personas Sordociegas que tuvo lugar en Suecia, en 1989.
En esta declaración se hizo en homenaje al natalicio de Helen Keller (1880-1968), escritora y activista política norteamericana, quien con su participación social construyó una experiencia ejemplar de integración de una persona sordociega en la sociedad de su época. Su compromiso estuvo dedicado a la divulgación de la existencia de la sordoceguera y al reconocimiento de las implicancias de orden personal, familiar e institucional que conlleva.
El Día Internacional de la Persona Sordociega fue pensado para generar la atención de los Estados sobre las necesidades que presentan las personas que tienen esta discapacidad, claramente relacionadas al acceso a la comunicación, a los ambientes físicos y sociales, y al requerimiento de una respuesta educativa adecuada como derecho inalienable.
La Defensoría del Pueblo dela Ciudad de Buenos Aires promueve los derechos de las personas con discapacidad y los defiende cuando son vulnerados.
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