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Día Mundial del Ambiente: el mensaje de la Defensoría

El Día Mundial del Medio Ambiente fue establecido por las Naciones Unidas en 1977 y se celebra el 5 de junio de cada año para recordar la fecha en que comenzó la llamada “Conferencia de Estocolmo” de 1972, cuyo tema central fue, precisamente, el Ambiente.

El Planeta Tierra es la casa común de la humanidad y desde hace décadas la explotamos cada día más. La ciencia y los organismos internacionales nos advierten que estamos ante el riesgo de un colapso ambiental.

Cada tres segundos se pierden bosques por una superficie igual a una cancha de fútbol, lo cual significa que 290 millones de hectáreas de bosque nativo fueron deforestadas entre 1990 y 2015. América Latina perdió más de 100 millones de hectáreas de bosques en los últimos 25 años. Y en nuestro país perdimos un millón de hectáreas debido a los incendios forestales en distintas provincias, lo cual equivale a 55 veces la Ciudad de Buenos Aires.

En unas pocas décadas hemos destruido aproximadamente el 80% de los humedales, provocando con ello una catastrófica disminución de la biodiversidad planetaria. Debido a las emisiones de contaminantes alteramos el equilibrio químico de los océanos y se produce la llamada acidificación, que provoca la devastación de los ecosistemas marítimos. Millones de personas migran a lo largo y ancho del planeta porque sus ríos se secan, porque en sus mares desaparecen los peces o porque donde antes había agricultura ahora avanzan los desiertos. La bajante del Paraná, las crecidas del rio Uruguay y las olas de calor están directamente relacionadas con el avance incesante del Cambio Climático. Nuestra ciudad no es ajena a este proceso planetario.

El Día Mundial del Ambiente es una buena ocasión para volver a pensar la forma en que nos relacionamos con nuestro planeta.

La pandemia por COVID-19 en buena medida es resultado de una forma de producir y consumir que está devastando a la Naturaleza. Quedó demostrado que la pérdida de ecosistemas puede tener consecuencias dramáticas y catastróficas. El 7% de las enfermedades infecciosas son generadas por vectores (como el coronavirus) que provienen de animales, las llamadas enfermedades zoonóticas, que en muchos casos se originan en animales a los cuales les destruimos su habitat. Ha quedado claramente confirmado, entonces, que el ser humano es dependiente de la Naturaleza.

Los habitantes de nuestra ciudad también somos ecodependientes. Necesitamos más espacios verdes públicos y más árboles, necesitamos políticas públicas destinadas a recuperar la biodiversidad y que pongan a la Naturaleza en el centro mismo del desarrollo urbano, porque no podremos tener una ciudad justa y saludable si no tenemos un ambiente sano.