Bandera Argentina
Hipoacusia

Semana Nacional de Lucha contra la Sordera

La hipoacusia refiere a la pérdida parcial o total de la capacidad de audición. De acuerdo al nivel de esa merma, el diagnóstico indicará si es leve, moderada, severa o profunda (sordera).

La pérdida de audición puede deberse a distintas causas: genéticas, complicaciones en el parto, prematurez, algunas enfermedades infecciosas, padecer un síndrome asociado a la hipoacusia, infecciones crónicas del oído y el uso de ciertos medicamentos. También incide la exposición al ruido excesivo: esto se registra en ciertos contextos laborales, y la que experimentan los adolescentes y jóvenes en contextos recreativos.

En el caso de los más pequeños, la detección temprana es clave. La edad de inicio de la hipoacusia – prelingual, si ocurrió antes de la adquisición del habla, o postlingual – marca una diferencia significativa en el diagnóstico y tratamiento posterior.

Es importante prestar atención a los signos de alarma que puedan indicar posibles problemas de audición. En el caso de los bebés, la falta de reacción ante los ruidos fuertes y no balbucear o dejar de hacerlo. En niños/as más grandes será evidente cuando no respondan al ser llamados/as o si piden elevar el volumen de la televisión o la música. En ambos casos, la consulta oportuna al pediatra es fundamental. El profesional podrá indicar la realización de estudios diagnósticos como una audiometría tonal, una logoaudiometría y una impedanciometría.

En el año 2011, fue reglamentada en nuestro país la Ley Nacional  25.415 sobre el Programa Nacional de Detección Temprana y Atención de la Hipoacusia (Res. 1093/2011) que estipula el derecho de todo/a recién nacido/a a que se estudie tempranamente su capacidad auditiva mediante un estudio de otoemisiones acústicas que forma parte de la pesquisa de enfermedades del neonato; y que se le brinde tratamiento en forma oportuna en caso de necesitarlo, incluyendo la detección y tratamiento de la hipoacusia infantil entre las prestaciones obligatorias para las obras sociales y entidades de medicina prepaga. El Programa funciona en el ámbito del Ministerio de Salud de la Nación.

El diagnóstico precoz de la hipoacusia infantil y la realización de los estudios exploratorios son fundamentales, pues advertir a tiempo la deficiencia auditiva permite iniciar una rehabilitación temprana para evitar los impedimentos que produce en el desarrollo normal del lenguaje y de las capacidades cognitivas.

Aquellos/as niños/as con hipoacusia profunda, bilateral (que afecta a ambos oídos), que no respondan al estímulo auditivo con audífonos pueden ser evaluados/as como candidatos al implante coclear, un dispositivo transductor que transforma las señales acústicas en señales eléctricas que estimulan el nervio auditivo. En Argentina, el niño o la niña debe tener al menos un año de edad para ser sometido/a a la cirugía del implante.

Es sumamente importante que los/as niños/as que fueron equipados/as con audífonos o implantes cocleares reciban un tratamiento de estímulo del lenguaje, así como una rehabilitación con un/a fonoaudiólogo/a especializado/a para ayudarlo a adquirir el lenguaje oral.

Por otra parte, la Ley Nacional 24.901/97 dispone el “Sistema de Prestaciones Básicas en Habilitación y Rehabilitación Integral a Favor de Personas Con Discapacidad” y la obligación de la cobertura integral de los tratamientos e insumos necesarios por parte de las obras sociales, las medicinas prepagas y el Estado, a través de las dependencias pertinentes, para quienes no poseen otra cobertura. Al respecto, el PMO (Programa Médico Obligatorio) incluye los otoamplífonos (audífonos) hasta los 15 años y los implantes cocleares a partir del año.

En los adultos mayores, la hipoacusia puede estar asociada con el envejecimiento, se denomina presbiacusia, y el uso de otoamplífonos favorece que no se vea limitada la vida de relación.

De acuerdo a datos del Ministerio, en la República Argentina, la discapacidad auditiva corresponde al 18% de las discapacidades, y se distribuye en un 86,6% de personas con dificultad auditiva y un 13,4% con sordera. 

En el mundo, datos de la OMS revelan que 360 millones de personas padecen pérdida de audición discapacitante, de las cuales 32 millones son niños. Al respecto, el organismo recomienda algunas estrategias de prevención:

  • vacunar a los niños contra enfermedades de la infancia, en particular sarampión, meningitis, rubéola y partotiditis;
  • administar vacuna contra la rubeóla a las adolescentes y las mujeres en edad fértil, antes del embarazo;
  • en embarazadas, prevenir las infecciones por citomegalovirus, efectuar pruebas para detectar y tratar la sífilis y otras infecciones;
  • fortalecer los programas relativos a la salud materno infantil, incluida la promoción de los partos sin riesgo;
  • en los niños realizar pruebas de detección de la otitis media;
  • evitar el uso de algunos medicamentos que pueden ser nocivos para la audición, a menos que sea prescripto y supervisado por un médico;
  • remitir al servicio pertinente a los bebés que presenten riesgos altos (por ejemplo los que tienen antecedentes familiares de sordera, nacido con bajo peso o sufrido asfixia del parto, ictericia o meningitis), para que se le realicen una evaluación y diagnóstico temprano, y garantizar que se le dispense el tratamiento adecuado;
  • reducir la exposición a ruidos fuertes mediante la sensibilización de la población sobre los riesgos que acarrean; fomentar la utilización de dispositivos de protección personal como los tapones para los oídos y auriculares que amortiguan el ruido ambiental.