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Premio Alicia Oliveira 2019 para Sara Rus y León Gieco

La integrante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y sobreviviente de Auschwitz y el cantautor fueron galardonados por su aporte y compromiso con la defensa, protección y promoción de los derechos humanos, en un acto que se llevó a cabo ayer, 11 de diciembre, en la sede central de la Defensoría, ubicada en Avenida Belgrano 673. Previamente fue inaugurada la muestra fotográfica "100 años de Evita".

En el auditorio donde se realizó el evento también se expuso la muestra fotográfica “100 años de Evita”, organizada por la Unidad Vocería de Prensa y Comunicación y el Programa de Derechos Culturales de la institución con una serie de imágenes concedidas por el Archivo General de la Nación.

Antes del inicio, el actor Fabio “Mosquito” Sancineto y un grupo de actrices y actores hicieron una breve performance donde representaron a Eva Perón y leyeron sus frases más célebres.

A cargo de las palabras de presentación de la jornada, la secretaria general y directora ejecutiva del Consejo de Derechos Humanos de la Defensoría, Silvina Pennella, agradeció la presencia de las personalidades emblemáticas que recibirían la distinción y manifestó que “las políticas de Memoria, Verdad y Justicia van a volver a emitirse en este país como políticas de estado, para que podamos decirle definitivamente ‘nunca más’ al negacionismo, a la impunidad y a los derechos humanos afuera de la Casa Rosada”.

En el panel principal del acto participaron los dos homenajeados; el Defensor del Pueblo, Alejandro Amor; la Madre de Plaza de Mayo Taty Almeida y la presidenta de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, Lita Boitano; el juez federal Daniel Rafecas, y la titular del Programa de Derechos Culturales de la Defensoría, Gabriela Alegre.

María José Sarrabayrouse, hija de la primera Defensora del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires e inspiradora de este premio (Alicia Oliveira), quien fue invitada a subir al escenario, enumeró algunas de las causas más trascendentales que protagonizó su madre. Recordó su intervención en el caso de la familia Pujadas, cuando en su rol de jueza arbitró los medios para facilitar la salida del país de Víctor, uno de los hijos menores y único sobreviviente junto a su hermana de la familia masacrada en agosto del 75 por el comando libertadores de América (versión cordobesa de la Triple A); y las denuncias que hizo, ya como Defensora del Pueblo, ante el Fuero Civil y Comercial para que se intervenga el PAMI a fin de garantizar la entrega de medicamentos interrumpida por un conflicto con las cámaras farmacéuticas y en la justicia penal contra el titular de esa entidad, Víctor Alderete, por irregularidades en la designación de su directorio. Asimismo, describió a su madre como «una mujer muy sensible con el dolor del otro, valiente, luchadora, inteligente, ácida, muy peronista y un poco peleadora». María José finalizó: «Si algo no hizo mi mamá es pasar inadvertida y silenciosa por esta vida, por eso, para quienes decidieron pasar por la vida dejando huella y haciendo mucho ruido va el premio Alicia Oliveira».

A continuación se exhibieron dos videos a modo de homenaje para los elegidos este año en la cuarta edición del Premio Alicia Oliveira, la madre de Plaza de Mayo y sobreviviente de la Shoá Sara Rus y el cantante, autor y compositor León Gieco. En el de Rus, participaron sus nietas y sus compañeras de Madres y en el de Gieco, formaron parte Víctor Heredia, Lito Vitale y madres y padres de la agrupación Conduciendo a Conciencia (creada tras la tragedia del colegio Ecos en la que perdieron la vida en un choque en la ruta una profesora y nueve estudiantes).

Luego, la actriz Cristina Banegas leyó una poesía especialmente seleccionada para la ocasión de Ana María Ponce, detenida-desaparecida que estuvo secuestrada en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Después de la lectura del poema, tocó y cantó una canción el grupo La Tranquera, integrado por los trabajadores de la cultura popular Lili Isaguirre y Kochy Guchea.

Previo al momento de la entrega de los premios, habló frente al salón colmado de público el Defensor del Pueblo, Alejandro Amor, quien mencionó a la ex Defensora del Pueblo Alicia Pierini, que se encontraba en el lugar, y la calificó como “una amiga, una compañera de toda la vida y otra de las personas comprometidas por la misión de la defensa de los derechos humanos”. El Defensor se refirió además a la presentación y al reclamo que había hecho el organismo contra el fallo del 2×1 de la “vergonzosa” Corte Suprema de Justicia y, por último, señaló: “No creo en la sociedad de la tolerancia, cuando vos toleras es porque hay algo del otro que te molesta, yo creo en la sociedad de la convivencia, en la que nos consideramos iguales y podemos caminar juntos”.

Otro de los oradores, Daniel Rafecas, hizo alusión al libro sobre Sara Rus ‘Sobrevivir dos veces’ cuya autora es Eva Eisenstaedt y dijo: “Nunca estuve tan honrado de compartir una mesa como lo estoy hoy”. Visiblemente emocionado, el juez federal confesó que perdió a su madre hace muchos años «pero encontré a Sarita, la adopté como si fuera mi mamá y a Nati como si fuese mi hermana”. Añadió que “hay algo que nunca dije, siento en el alma que cuando abrazo a Sara, dentro mío aparece el otro Daniel, su hijo, que está dando vueltas y aprovecha ese momento para abrazarla. Eso es una demostración de que no los han vencido y que están presentes».

Almeida, Boitano y Carlotto le agradecieron a Gieco su lucha y su militancia y destacaron la labor por la memoria que lleva adelante Rus. «Estar hoy acá me dan ganas de gritar ‘gracias a la vida’, porque a pesar de haber perdido 30 mil hijos no perdimos la alegría y las ansias de vivir», acentuó la presidenta de Abuelas.

Tras recibir la distinción, una conmovida Sara Rus enfatizó: “Yo, como sobreviviente de los campos de concentración y liberada de la persecución de los asesinos nazis, y como madre de Daniel, desaparecido durante la última dictadura argentina, quiero compartir este reconocimiento con aquellos que no bajamos los brazos para que la memoria no se extinga” y concluyó que “después de pasar la guerra y perder un hijo, si tengo ganas de seguir luchando es porque amo la vida”.

Por su parte, León Gieco expresó que este premio representa más vida, más lucha y más resiliencia. “El amor como lenguaje de la vida, el amor hacia todas las personas más allá de las diferencias es el camino de la salvación”, reflexionó.

Para cerrar el evento, Gieco interpretó ante la concurrencia algunas de sus canciones más populares como «En el país de la libertad», «Cinco siglos igual» y «La memoria».

El Premio Alicia Oliveira

En 2016, el Defensor del Pueblo porteño Alejandro Amor lanzó en el ámbito del Consejo de Derechos Humanos de la institución el Premio Alicia Oliveira en honor a la doctora Alicia Beatriz Oliveira, quien en 1998 fue la primera Defensora del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y como reconocimiento a su lucha y sus aportes en la promoción y tutela de los derechos humanos. La distinción tiene como fin homenajear a personas que, al igual que ella, dedicaron su vida a esta causa y cuyos méritos en la protección de los derechos humanos representan una contribución ineludible para el desarrollo de un estado de derecho.

La tarea de selección de antecedentes recae anualmente en el Comité de Selección y Premiación que se encuentra integrado por la titular del Consejo de Derechos Humanos, Silvina Pennella, y cinco integrantes de reconocida trayectoria en el organismo: Gustavo Ferreira, Nora Cattáneo, María Graciela García, María Rachid y María Elena Naddeo.

El 31 de octubre de ese año, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, recibió el primer Premio Alicia Oliveira en reconocimiento por su histórico recorrido en favor de la Memoria, la Verdad y la Justicia.

Los galardonados en 2017 fueron Lita Boitano, presidenta de la organización Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, y el padre Gustavo Carrara, en ese momento, flamante obispo auxiliar de la Ciudad de Buenos Aires y párroco de la Iglesia Santa María Madre del Pueblo, ubicada en la Villa 1-11-14.

El año pasado, los distinguidos fueron la referente de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Taty Almeida, y el cantautor Víctor Heredia.

Alicia Oliveira fue la primera mujer en ocupar el cargo de juez en la historia del fuero penal nacional. Desde ese lugar, trabajó de manera incansable para evitar la internación de los chicos que transitaban por la justicia de menores. De su paso por la justicia se destacó su intervención en el caso “Pujadas”, en su rol de jueza arbitró los medios para facilitar la salida del país de Víctor, uno de los hijos menores y único sobreviviente junto a su hermana de la familia masacrada en agosto del 75 por el comando libertadores de América, versión cordobesa de la Triple A.

Dado que la dictadura la expulsó del poder judicial, era usual verla haciendo habeas corpus en los pasillos de tribunales, muchas veces redactados de puño y letra con la misma pasión con la que luchaba siempre contra aquella realidad que estaba decidida a cambiar. En pleno apogeo dictatorial, no vaciló en denunciar los crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura. Así, acompañó con su firma el documento presentado por el Partido Justicialista ante la delegación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en ocasión de su histórica visita al país, en el año 1979 para recopilar denuncias sobre las desapariciones y secuestros de militantes políticos. También integró el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) a partir de su creación, en donde se avocó al patrocinio de detenidos a disposición del Poder Ejecutivo, a la documentación del terrorismo de Estado y a la asistencia a las víctimas y sus familiares debido a las grandes y sistemáticas violaciones a los derechos humanos.

Cuando las leyes de impunidad impidieron el acceso a la justicia para la denuncia de los crímenes cometidos por la dictadura, Oliveira delineó los argumentos que permitirían esgrimir el derecho a la verdad. En 1994, fue convencional constituyente en Santa Fe y a ella se le debe en parte que los tratados internacionales de derechos humanos tengan hoy rango constitucional. Su trabajo al frente de la Defensoría del Pueblo entre 1998 y 2003 tuvo como sello la necesidad de instalar esa flamante entidad como referencia para la ciudadanía frente a los arrebatos de los poderes institucionales y económicos que, en particular, sufren los sectores más vulnerables. En suma, Alicia Oliveira fue una inalcanzable luchadora y una histórica militante, su coraje salvó y mejoró la calidad de vida de miles de ciudadanos y su figura resultó imprescindible en la promoción y tutela de los derechos humanos en el país.

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