Maglio dedicó sus esfuerzos para enseñar a ejercer una medicina que pudiera comprender a ese otro llamado “paciente” en su integralidad bio-psico-social, y también revalorizar “lo social” cuando hablamos de salud, es decir, los modos en que la propia biografía, lo cultural, lo histórico, lo ideológico, lo político y económico de nuestro contexto condicionan los procesos de salud, las formas de enfermar, de morir y también las de curar.
Para sus libros y conferencias siempre eligió utilizar un lenguaje sencillo y ameno, ilustrado con alguna de sus incontables anécdotas, todo como parte de una conducta didáctica y generosa para que sus ideas y conocimientos pudieran ser compartidos, sin ninguna barrera, con todo el público.
En ese camino hacia una humanización de la práctica de la medicina, puso el acento en el respeto de la dignidad de ese otro –circunstancialmente paciente-, y de sus derechos en la relación con el o la profesional médico y con el sistema de salud, así como en el reconocimiento de la salud como derecho humano y como decisión política del Estado.
La Defensoría del Pueblo abraza el recuerdo y las enseñanzas de «Paco» Maglio y destaca el legado que nos deja para seguir avanzando.
