La Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires inauguró este jueves 8 de junio una nueva sede (la número 35 de la institución) en la histórica casa donde vivieron Monseñor Jerónimo Podestá y su esposa Clelia Luro, ubicada en la Av. Gaona 1367 del barrio porteño de Caballito.
Al margen del valor económico de esta histórica casa, que fue edificada en 1864 –aún conserva su estética original- y es una de las construcciones más antiguas del barrio de Caballito, la importancia de esta propiedad es simbólica, ya que fue el escenario de una histórica lucha de parte de Monseñor Podestá y su esposa, quienes juntos crearon la Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados, desde donde lucharon porque el celibato sea optativo. En 2004 la Legislatura porteña declaró al sitio de interés cultural e histórico.
Fernando Muñoz, titular de la Unidad de Atención a Inquilinos de la Defensoría del Pueblo, señaló el valor patrimonial de la casa. «Este lugar tiene historia cultural y política», señaló. Además, expresó su agradecimiento a la ONG «SOS Caballito» por acompañar la protección de la casa.
También estuvo presente Guillermo Robledo, alguien que acompañó la lucha por mantener la Casa Podestá y su historia. «Antes de morir, Clelia Luro nos dejó un mandato: preservar la lucha que llevó adelante junto a Jerónimo. Hoy seguimos sosteniendo esa tarea y sumamos a la Defensoría del Pueblo como pieza fundamental», manifestó.
Tres de las 6 hijas de Cleria Luro acompañaron la apertura de la nueva sede, que funcionará los martes de 16 a 18. Clelia Isasmendi, una de ellas, agradeció al Papa Francisco, a quien consideró «amigo de su madre» y con quien hablaba por teléfono semanalmente. Señaló que «el mensaje de Jerónimo y Clelia en lo político y lo religioso siempre fue fuerte, incluso cuando han querido callarlos».
Finalmente, el Defensor del Pueblo Alejandro Amor expresó el orgullo de la institución de poder contar con una sede en ese lugar. «Las ciudades tienen identidades y preservar esta casa es respetar la identidad de la Ciudad de Buenas Aires. No es solamente recibir a los vecinos y escucharlos, sino también plantarnos en la historia». El Defensor destacó que «preservar la memoria y la historia de Jerónimo y Clelia es un derechos de toda la sociedad».
Luego de la muerte de Podestá, cuyos restos fueron velados en el Salón de los Pasos Perdidos de la Legislatura porteña, su mujer continuó viviendo en esa casa, donde recibía con asiduidad las llamadas del Papa Francisco, con quien ambos habían forjado una profunda amistad en la época en la que él se encontraba al frente del Arzobispado local.
Desde que murió Clelia Luro en 2013, su hija -que lleva el mismo nombre- continuó la pelea para que la casa sea respetada como patrimonio cultural. Es por eso que la Defensoría del Pueblo acudió al lugar con el objetivo de contribuir a que se respete el valor de la casa y no se la utilice con fines diferentes a los que reclama su dueña.
En la inauguración estuvieron presentes María América González, Defensora del Pueblo Adjunta; Silvina Pennella, secretaria general del organismo; Natalia Santarelli, subsecretaria de Descentralización; Nora Cattaneo, titular del Consejo de Mediación, Conciliación y Arbitraje; Federico Berardi, director de Villas; Dolores Gandulfo, directora ejecutiva de la Unidad de Política Institucional; Néstor Gómez de Saravia, del Instituto de Promoción de Derechos del Trabajo; y el comunero de Caballito Osvaldo Ballosi. El legislador porteño Claudio Heredia envió su adhesión.
