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El 24 de marzo y 2 de abril: fechas de reflexión

La Defensoría del Pueblo porteña manifiesta su preocupación por la decisión de disponer la movilidad de los feriados correspondientes a esas dos jornadas para el presente año.

La ley 25.633 dictada por el Congreso de la Nación instituyó el 24 de marzo como Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia en conmemoración de quienes resultaron víctimas del proceso iniciado en esa fecha del año 1976. Si nos preguntamos quiénes fueron víctimas de ese proceso, tenemos que responder con una sola palabra: todos.

El 24 de marzo no es una fecha al azar. Ese día, en 1976, se destituyó un gobierno democrático y marcó el inicio de los días más oscuros de nuestra historia. Durante esos años también tuvo lugar la Guerra de Malvinas (otro día feriado que ahora también se convierte en “móvil” a través de un decreto de necesidad y urgencia). Ambas fechas nos hablan de horror, de muerte, de tortura, de violencia, de robo de bebés, de jóvenes que murieron, de personas arrojadas vivas de aviones en los “vuelos de la muerte”. Hoy se escuchan términos como “guerra sucia” que desnaturalizan la historia. Hoy esas fechas, que marcan acontecimientos que tienen que ver con nuestra identidad, se transforman en comodines.

El 24 de marzo no es un día cualquiera. El 24 de marzo nos increpa, nos reclama y nos moviliza para un NUNCA MÁS, para que la historia no se repita, para que la memoria, la verdad y la justicia no sean sólo palabras vacías.

El objetivo que tuvo el Congreso de la Nación al crear el feriado del 24 de marzo, a los 30 años del golpe militar de 1976, fue consolidar la memoria colectiva de la sociedad, generar sentimientos opuestos a todo tipo de autoritarismo y auspiciar la defensa permanente del Estado de Derecho y la plena vigencia de los Derechos Humanos.

Hay 30.000 desaparecidos y más de 600 soldados muertos, y ambos son consecuencia del golpe militar del 24 de marzo de 1976.

El 24 de marzo y el 2 de abril no son días de festejo, no son días para favorecer el turismo, no son días de descanso. Son días de reflexión, son días para vernos a nosotros mismos como sociedad, para evaluar hechos históricos que nos marcan y que no se pueden olvidar. Son días de lucha, son días de participación. No son ni deben ser días de indiferencia.