Llegamos a esta muestra “Dibujos en prisión” después de plasmar una iniciativa coordinada por la Subsecretaría de Derechos Humanos y Seguridad a través de la Dirección de Derechos Humanos y ejecutada por el Área de Gestión Documental y Digitalización de la Dirección General Operativa de la Defensoría del Pueblo.
A través de los convenios firmados con la organización Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, la Defensoría del Pueblo de la CABA aporta sus recursos humanos y técnicos para la digitalización, procesamiento y la indización del archivo documental de Familiares, una recopilación de documentación que data de los años 70 hasta la fecha.
En este proceso fueron encontrados una serie de dibujos de presos políticos. Y ahí nació esta idea que hoy se plasma en esta muestra de dibujos.
Estos dibujos fueron realizados por presos políticos. Son, más allá de una expresión artística, un canto a la libertad y a la resistencia. Una apuesta a la supervivencia de la ideología y de los valores por los que se luchó. Una prueba de vida y de que se puede apresar el cuerpo, pero no la mente.
Los dibujos, además de su valor artístico, contienen un valor de denuncia en si mismos. Nos denuncian los horrores de la dictadura, los vejámenes, la tortura, el abuso, el dolor, la muerte. Pero también nos cuentan, nos muestran los recuerdos que los genocidas no pudieron destruir, la esperanza que no pudieron corromper, las ganas de vivir más allá de toda la tragedia. La fuerza de la vida que se sobrepuso al terror y a la muerte.
Los dibujos son memoria. Memoria plasmada en forma de arte. Memoria de atrocidades. Memoria de prisión. Memoria viva y presente de lo que no puede volver a ser nunca más.
Los dibujos fueron y siguen siendo un pedido de justicia contra todos los atropellos y atrocidades cometidas por la dictadura militar hasta que cada uno de los culpables sea castigado con las herramientas democráticas.
Los dibujos, en suma, nos dicen que la vida siempre le gana a la muerte, que la verdad no puede ser callada, que quienes creyeron en un país mejor para todos siguen entre nosotros.
Hoy es un orgullo para todos los que pertenecemos a este organismo ser una parte de este trabajo que nos permite transformar los documentos en memoria resguardada para homenaje de los que murieron y los que padecieron dolor y prisión, para poner esa memoria accesible a todos y a todas las personas no sólo de nuestro país sino del resto del mundo y para que se transforme en un legado para una humanidad que no puede repetir nunca más este tipo de genocidio como el vivido en nuestro país.
María Graciela García
Subsecretaria de Derechos Humanos y Seguridad
Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires
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