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Día Mundial del Accidente Cerebrovascular: el mensaje de la Defensoría

Es la primera causa de discapacidad en el país. La mayoría de los casos podrían prevenirse. Ante los signos de alerta, la búsqueda de atención inmediata puede reducir la lesión cerebral y mejorar las posibilidades de recuperación. La Defensoría del Pueblo te cuenta qué es el ACV, cómo puede prevenirse y cómo actuar ante los primeros síntomas.

¿Qué es el ACV?

El Accidente Cerebrovascular es la manifestación de una súbita alteración en el flujo sanguíneo cerebral, lo que sucede como consecuencia del taponamiento de una arteria (ACV isquémico) o rotura de una arteria en el cerebro (ACV hemorrágico). El más frecuente es el ACV isquémico: el 80% de los casos se debe a este tipo.

De todos modos, en ambos casos el tratamiento debe realizarse de manera inmediata porque cada minuto que pasa es fundamental para reducir el daño neurológico, las posibles secuelas y aumentar la posibilidad de recuperación.

¿Cuáles son los síntomas del ACV?

Si bien los síntomas pueden ser variables, y hasta sutiles, se caracterizan por presentarse súbitamente. Los signos de alerta son:

-sensación de adormecimiento o debilidad facial, del brazo o de la pierna (especialmente, de un lado del cuerpo);
-hormigueo en manos y/o pies;
-dificultad o confusión para hablar y/o comprender el habla;
-pérdida total o parcial de la visión;
-dolor de cabeza intenso y súbito;
-pérdida del equilibrio o falta de coordinación; y
-dificultad para caminar.

En el caso de los ataques isquémicos transitorios (AIT), puede aparecer somnolencia, visión doble, náuseas y vómitos que pueden durar hasta 24 horas, aunque la mayoría de los síntomas se resuelven en 1 o 2 horas y la persona mejora rápidamente. Igualmente, sigue siendo imprescindible concurrir a una guardia médica, ya que es importante estudiarlo y tratarlo, si corresponde.

¿Cuáles son los factores de riesgo?

Algunos de los  factores que aumentan el riesgo a  padecer un ACV son: la edad (el riesgo se duplica a partir de los 55 años), los antecedentes familiares y/o haber sufrido previamente un evento vascular cerebral.

Otros factores pueden ser modificados con tratamiento médico o adoptando un estilo de vida saludable. Son: la hipertensión arterial, la diabetes, las afecciones cardiovasculares, la hiperlipidemia (triglicéridos y colesterol elevados), la obesidad y el sobrepeso.

Prevención

El 80% de los casos de ACV podrían prevenirse: abordar los factores de riesgos disminuye las posibilidades de padecer un primer accidente cerebrovascular o evitar recurrencias (repeticiones).

Es imprescindible realizar el correcto control y tratamiento de las enfermedades que pueden generar un riesgo para desarrollar un ACV: la hipertensión arterial, la diabetes y niveles elevados de colesterol y triglicéridos.

Entre las principales medidas para contrarrestar los factores que favorecen los ACV, se pueden mencionar: realizar controles periódicos de salud, realizar ejercicio físico y mantener un peso adecuado, tener una dieta saludable (mayor consumo de frutas y verduras), no fumar y evitar el tabaquismo pasivo, reducir el consumo de sal, evitar el consumo de alcohol y de drogas.

La detección temprana de los primeros síntomas de un ACV y la búsqueda inmediata de atención médica son claves.

Para saber si una persona está cursando un ACV se le puede pedir que cumpla con tres consignas: que sonría, que levante ambos brazos a la vez y que repita una oración simple, mientras observamos si manifiesta alguna dificultad para realizarlas.

Ante los signos de alerta, no deben suministrarse medicamentos ni retirarse a descansar esperando una mejora. Es vital reaccionar de manera inmediata y llamar al SAME (107), al sistema de emergencia médica con la que se cuente o procurar atención médica concurriendo a una guardia.

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