En nuestro país, la comunidad afro ha ejercido una importante influencia cultural desde las épocas de la colonia. Por ejemplo, su aporte ayudó a moldear nuestra música: el tango, la milonga y el candombe tienen reconocibles raíces africanas. Sin embargo, su importancia ha permanecido invisible a lo largo de los años.
En las últimas décadas del siglo XIX se promovió desde el Estado la construcción de una república blanca y se pretendió instalar el mito de la inexistencia de la colectividad afrodescendiente. Las guerras independentistas y la epidemia de fiebre amarilla ocurrida en 1871 fueron utilizadas por la versión oficial de la Historia como razones para explicar su supuesta desaparición. De esta forma, la comunidad afrodescendiente de nuestro país sufrió no solamente el racismo sino también el negacionismo.
Las mujeres afrodescendientes, en particular, soportan una doble opresión, ya que al racismo que las afecta se le suma la violencia de género derivada de la sociedad patriarcal. Según el INADI, este doble eje da lugar a prácticas tales como la cosificación de sus cuerpos (relacionando a la mujer afro con una mayor potencia o predisposición sexual) o la estigmatización heredada del colonialismo que asocia a las mujeres afro a lugares de servidumbre, de trabajos domésticos o de cuidado, e instala como único destino posible aquel vinculado a la subordinación y la pobreza.
El 23 de diciembre de 2013 las Naciones Unidas declararon al período 2015-2024 como el Decenio Internacional de los Afrodescendientes, reiterando que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y tienen la capacidad de contribuir de manera constructiva al desarrollo y bienestar de la sociedad, y que todas las doctrinas de superioridad racial son científicamente falsas, moralmente condenables, socialmente injustas y peligrosas y deben rechazarse, al igual que las teorías con que se pretende determinar la existencia de distintas razas humanas.
En este marco, la Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se suma a la reivindicación de los derechos de la colectividad afro y, en particular, de las mujeres afrodescendientes, velando por el respeto de sus derechos.