El 12 de agosto ha sido instituido por la Asamblea General de las Naciones Unidas como el Día Internacional de la Juventud.
Históricamente los y las jóvenes han sido sub-representados en el sistema político; sin embargo, en los últimos años ese proceso comenzó a revertirse, creciendo su participación en cargos electivos e institucionales y en los espacios de participación política, social, cultural y económica. De todas formas, la profundización de este cambio es necesaria, entendiendo que las realidades de las juventudes son heterogéneas. Si bien existen intereses y necesidades comunes, también se expresan particularidades que ameritan un tratamiento focalizado y particularizado, en donde cada espacio de representación, necesita de las herramientas institucionales para llevar a cabo sus objetivos.
Los y las jóvenes hoy debaten, participan, comunican y convocan. Los cambios son posibles, urgentes y necesarios. Avanzar en la agenda de la creación de trabajo formal, políticas de inclusión y capacitación, herramientas educativas de calidad y accesibilidad, políticas de género, acceso a la vivienda, políticas de ambiente sustentables, y formulación de nuevos abordajes para el tratamiento de consumos problemáticos, son algunos de los temas que hoy indispensables y en donde el Estado tiene que adquirir un rol protagónico.
Como desafíos estratégicos de cara al futuro por parte de los Estados Nacionales, provinciales y locales, es primordial avanzar en descentralizar territorialmente la política de juventud. Pensar estratégicamente la generación de nuevos espacios articulando lo público y lo privado, con recursos humanos e infraestructura ya existente; como así también las condiciones económicas para el desarrollo de cada proyecto de vida.
Los y las jóvenes son particularmente vulnerables a la crisis que desato el COVID -19, no obstante muchos de ellos están dispuestos a ayudar que nos marcan la pauta de que un futuro mejor definitivamente es posible.