Los cambios tecnológicos están transformando las economías y las sociedades, mientras se generan nuevas formas de bienestar y desarrollo. Estos procesos modifican las formas de trabajo más tradicionales y las ocupaciones actuales.
Paralelamente, las empresas que introducen nuevas tecnologías van creando nuevas modalidades de trabajo y modificando la organización del mismo.
Entre grandes cambios y desequilibrios sociales, climáticos y demográficos, cada vez se hace más difícil prever el impacto sobre los trabajadores y las sociedades y proponer medidas para mitigar el impacto sobre el colectivo de trabajadores más vulnerables.
¿Cuáles son los nuevos empleos y donde se generan?
Como institución, en la defensa irrestricta de los derechos laborales, se observan estos cambios que se están aplicando y proponiendo en los países centrales, e intentan llegar a los países en desarrollo, a través de las empresas multinacionales y de las políticas exteriores de sus propios gobiernos.
Se debe comprender cuál será la interrelación de la innovación tecnológica y el desarrollo económico para entender cuál será el futuro del trabajo, incluyendo en este escenario el impacto que generen los denominados “empleos verdes”, y en particular el rol de los Estados con el compromiso permanente de fomentar políticas públicas para lograr mantener o aumentar los niveles de trabajo digno. Los trabajadores son el grupo de mayor impacto frente a los cambios, y por ello se debe trabajar para modificar la percepción inicial de que el cambio suponga una amenaza y convertirla en una oportunidad, para obtener nuevos y mejores trabajos.
Sin dudas, la formación profesional, donde los sindicatos argentinos cumplen un rol importante, será el desafío para dar continuidad y profundizar los procesos de formación para el trabajo, en forma permanente y en trayectos de capacitación cortos cuyos contenidos permitan ser modificados, de acuerdo a los cambios tecnológicos y organizacionales que se demanden.
En estas instancias, el Estado, en su rol de regulador, debe trabajar para que estos procesos de formación para el trabajo estén en relación con el modelo económico productivo definido como política de Estado, es decir los Estados deben regular y orientar los cambios, no pudiendo estar ausentes en el proceso.
Los gobiernos deben controlar los cambios, teniendo en cuenta las nuevas ocupaciones que se van a generar en este nuevo proceso tecnológico y entender que éste debe ser inclusivo y justo. Por esta razón, desde la Defensoría se trabaja para lograr una transición justa, donde los trabajadores no vean cercenados sus derechos laborales y el bienestar de sus familias.
Asimismo, se cree en la generación de nuevas posibilidades laborales a partir de la participación de las organizaciones sindicales y en los programas de formación continua para la mejora de las competencias laborales y de políticas activas de los gobiernos para la reinserción laboral en los nuevos puestos de trabajo.
Mejorar las competencias laborales y los saberes profesionales constituye una de las herramientas posibles para que los trabajadores organizados y los Estados construyan cambios justos.
Finalmente, desde la Defensoría se conmemora el “Día mundial del Trabajador” y con la consideración que el Diálogo Social es el espacio para lograr políticas para que los cambios tecnológicos no sean sinónimo de expulsión de los trabajadores del mercado laboral y que los cambios que se propongan constituyan como eje la inclusión de los trabajadores y a la dignidad de sus familias.