A lo largo de la historia, los trabajadores han desarrollado políticas activas tendientes a frenar el avance de las empresas sobre los derechos laborales reconocidos, en contraposición al accionar empresario que pretende mayores ganancias y toma como variable de ajuste general las condiciones del trabajo, creando un clima de precarización laboral.
La Defensoría del Pueblo reconoce la lucha de los trabajadores, reivindica los logros alcanzados y los acompaña en procura constante por la articulación de políticas tendientes a:
– Trabajo seguro y estable.
– Prevención de los accidentes laborales.
– Cumplimiento de los derechos reconocidos a las trabajadores y trabajadores.
– Derecho a la negociación colectiva.
– Preservación del medio ambiente.
– Fortalecimiento de los derechos humanos básicos y de las instituciones democráticas.
– Protección social para las trabajadoras y los trabajadores.
En nuestro país, leyes como la de Riesgo de Trabajo (LRT) merecen ser perfeccionadas, y establecer un capítulo vinculado a la prevención de accidentes laborales, instrumentando medidas de prevención; también debería diseñarse y poner en práctica un sistema de fiscalización único, más eficaz frente a riesgos inminentes, focalizados en los sectores de alta siniestralidad, así como la participación de los trabajadores en forma organizada, a fin de tomar medidas de seguridad y colaborar en el seguimiento de los riesgos laborales.
Y resulta fundamental que los trabajadores y/o su grupo familiar obtengan una reparación digna integral ante un eventual accidente laboral.
El rabajo digno es toda ocupación productiva, justamente remunerada y ejercida en condiciones de libertad, equidad, seguridad y respeto por la dignidad humana, plasmada en un buen trabajo o empleo. La Defensoría del Pueblo defiende derechos, y el acceso al trabajo es fuente de dignidad personal y de estabilidad familiar, y la base sustancial para reducir la pobreza y obtener un desarrollo equitativo, inclusivo y sostenible.
Por ello, una vez más conmemoramos un fecha de lucha, que sólo es simbólica, porque la misma debe darse cada día, a través de cada uno de los trabajadores.