La Pandemia del COVID-19 y la función que cumple de la Defensoría del Pueblo para que nadie quede atrás
La Ciudad de Buenos Aires, como el resto de los rincones del mundo, atraviesa un momento histórico que tiene en vilo a la humanidad entera: una pandemia global que parece no tener fin, produce cientos de muertes a diario, colapsa los sistemas sanitarios e impacta desfavorablemente en la economía, dando paso al aumento inmensurable del desempleo, el cierre de empresas y pymes, y la paralización del trabajo informal, dejando un escenario complejo que trae aparejado la pobreza, el hambre y la necesidad habitacional, entre otros.
A su vez, el encierro expone a las víctimas de violaciones a los derechos humanos a la perpetuación y profundización de las vulneraciones. Junto con las noticias de la expansión del virus, también aparecen alarmantes datos sobre el aumento de la violencia de género, los abusos contra la infancia, la explotación laboral y la desatención a adultos mayores y colectivos más desprotegidos. En este contexto difícil, la Defensoría del Pueblo desempeña un rol fundamental para garantizar la plena vigencia de los derechos humanos en la Ciudad y más aún en las condiciones generadas por el Covid-19. Ello, porque a mayor riesgo de vulneración de derechos las instituciones de derechos humanos, como es esta casa, deben proveer mayores respuestas y debe tener efectividad en su intervención.
Esta labor de brindar respuesta a los problemas planteados por los y las vecinas, se integra con otra que resulta necesaria y vital que esta casa promueva y acompañe: un desarrollo de la doctrina y argumentación en materia de derechos humanos que ponga la dignidad de la persona en el centro de todo y priorice a los grupos más vulnerados. Si bien estos contextos de graves crisis deberían llevarnos a una solidaridad y aceptación del otro, lo cierto es que los discursos de odio y discriminación subsisten aún en estas circunstancias. Las crisis sociales, económicas y sanitarias como la que estamos atravesando hoy -y que generan un contexto sin precedente en la historia reciente-, también constituyen terreno fértil para que emerjan enfoques y/o perspectivas que ponga otros bienes y “valores” por sobre la preservación y defensa de los derechos humanos.
En este marco, es también una función primordial de la Defensoría la promoción del enfoque de derechos humanos y la defensa del ambiente. La reflexión de las temáticas abordadas en este segundo número de REC no implica quedar en el ámbito de lo discursivo y teórico, sino que conlleva a la instalación de una agenda de preocupaciones y desafíos pendientes que merecen ser atendidos aun pandemia de por medio. Y, asimismo, contribuye a la construcción de un norte en el diseño e implementación de las políticas públicas en materia de Covid-19.
Es por ello que -en base a estas consideraciones- este #2 de REC toma alguna de los temas centrales que deben estar en la agenda social y pública en estos tiempos.
Así, nos trae una brillante contribución de Andrés Nápoli sobre el Acuerdo de Escazú aprobado en pleno ASPO haciendo referencia a su implicancia e importancia desde una mirada de derechos. Y en un momento regional complejo, Javier Palummo escribe sobre los derechos humanos desde la óptica del rol del Mercosur y Víctor Abramovich plantea la necesidad de que las políticas públicas se construyan en base a los derechos humanos y cómo puede ello lograrse.
Con relación a dos temáticas centrales para esta Defensoría, como lo es Género y NNyA, Marisa Graham nos presenta un comentario al caso de la Corte Interamericana de Derechos Humanos Caso Ramírez Escobar y otros Vs. Guatemala, elaborado junto a Laura Sardá, mientras que Karina Batthyány realiza una contribución sobre las tareas de cuidado, los derechos y la pandemia. Por último, Bárbara Bonelli, Defensora adjunta de la casa, aporta su mirada sobre la necesidad de democratizar el conocimiento para garantizar la igualdad educativa. Todos estos aspectos se encaminan a ser una brújula en el abordaje de la respuesta a la crisis y sin dudas, plantean desafíos a todos los actores tanto públicos como privados entre los que nos encontramos como Defensoría del Pueblo y a partir de los cuales seguiremos trabajando.
Finalmente, en la entrevista de nuestro #2 de REC, tenemos el lujo de contar con las palabras de Estela Barnes de Carlotto -defensora por excelencia de la plena vigencia de los derechos humanos en nuestro país- ilustrándonos con su historia de vida y de lucha amorosa pero férrea, y exhortándonos a continuar con su legado.
Agradezco a quienes participan de este número, grandes defensores y defensoras de los derechos humanos, por brindarnos su contribución y su mirada para poder generar respuestas que permitan lograr -este contexto extraordinario en el que nos hallamos- que nadie se quede atrás.