El término “hepatitis” significa inflamación del hígado. En la mayoría de los casos, la hepatitis es provocada por un virus, aunque también puede ser causada por el consumo excesivo de alcohol, toxinas, medicamentos y determinadas afecciones médicas. Los tipos más comunes de hepatitis virales son las hepatitis A, B y C.
Actualmente, 160 millones de personas en el mundo se encuentran infectadas por el virus de la hepatitis C y se estima que el 2% de la población argentina pudo haber estado en contacto con el virus de la hepatitis B o C.
El diagnóstico, la mayoría de las veces, ocurre mediante análisis de sangre debido a que la enfermedad puede no producir síntomas y pasar inadvertida. Diagnosticar y tratar tempranamente las hepatitis C y B, previene el riesgo de cirrosis, insuficiencia hepática, cáncer de hígado y transplante hepático.
¿Cómo se transmite?
El virus de la hepatitis A (VHA) se encuentra en las heces de las personas infectadas y suele transmitirse por el consumo de agua o alimentos contaminados con materia fecal. Se puede propagar también por ciertas prácticas sexuales.
El virus de la hepatitis B (VHB) se transmite por contacto con sangre o fluidos genitales de una persona infectada, al compartir jeringas, agujas, o elementos cortopunzantes, y a través de relaciones sexuales sin el uso de preservativo (orales, vaginales y anales), en mucha menor medida por contacto con otros líquidos corporales. Otra forma de transmisión es la vía madre- hijo durante el parto.
El virus de la hepatitis C (VHC) se transmite por exposición a sangre contaminada a través de transfusiones de sangre, inyecciones con instrumentos contaminados, compartir agujas o elementos cortopunzantes. La transmisión sexual es muy poco frecuente pero también puede ocurrir.
¿Cuáles son los síntomas?
Algunas personas infectadas no presentan ningún síntoma o pueden presentar síntomas leves. Los síntomas de las formas crónicas pueden tardar hasta 30 años en desarrollarse.
Algunos síntomas tanto de las formas agudas como crónicas de hepatitis C o B pueden ser ictericia (piel amarilla), cansancio, fatiga, náuseas o vómitos, fiebre y escalofríos, orina de color oscuro. También puede aparecer dolor del lado derecho del abdomen superior que puede expandirse a la espalda.
¿Cómo prevenir las hepatitis virales?
– Vacunarse es la mejor manera de reducir el riesgo de infectarse. Existen vacunas seguras y eficaces tanto para la hepatitis A como la hepatitis B que se encuentran incluidas en el Calendario Nacional de Vacunación. Todos los niños deben vacunarse.
– Los adultos deben vacunarse contra la hepatitis B. Las embarazadas deben hacerse los estudios necesarios para que se detecte si tienen hepatitis B a fin de poder evitar el contagio al bebé.
– No existen vacunas para la hepatitis C, la mejor forma de prevenirla es evitar compartir agujas, jeringas o elementos cortopunzantes, y usar preservativo en las relaciones sexuales.
-Exigir el uso de materiales descartables o esterilizados al hacerse tatuajes, piercings o implantes.
-Lavarse las manos con frecuencia y mantener la higiene personal y del hogar.
Actualmente, existe una evolución en el tratamiento de la hepatitis C, a raíz de la producción de fármacos con acción antiviral directa (DAA). La futura utilización de estos fármacos permitirá tratamientos de duración limitada y excelente tolerancia.
El Ministerio de Salud de la Nación cuenta con el Programa Nacional de Control de las Hepatitis Virales, el cual tiene a cargo las políticas de promoción, prevención, capacitación y la provisión de los recursos necesarios para diagnóstico, seguimiento y tratamiento de las hepatitis virales. Para mayor información y orientación acerca de las hepatitis virales, comunicarse al 0800 333 3444.