Durante más de cincuenta años, Chazarreta recogió, versionó y grabó numerosas obras del cancionero popular del noroeste argentino. De este modo, evitó que estas canciones quedaran en el olvido y logró que trascendieran las fronteras de la región.
En 1906 formó el Conjunto de Arte Nativo, compuesto por 30 personas, entre músicos y bailarines, con el que recorrió las provincias del norte. Quince años después, el 16 de marzo de 1921, la compañía realizó una histórica función en el Teatro Politeama de la Ciudad de Buenos Aires, con la que consiguió que, por primera vez, la música folclórica llamara la atención en la Capital Federal, hecho que se vio reflejado en las crónicas periodísticas de la época.
A lo largo de su vida, Chazarreta registró 395 temas musicales en Sadaic. Entre piezas de su autoría y recopilaciones de obras tradicionales anónimas, se cuentan la “Zamba de Vargas”, “Siete de abril”, “Criollita santiagueña”, “La Telesita”, “El Kakuy” y “El Tucumano”. Y no solo eso, también se le debe la clasificación de gran parte de los estilos musicales folclóricos argentinos, como el escondido, el cuándo, el llanto, el pala pala, la refalosa, la remesura, los aires, el triunfo, entre otros.
Por su valioso aporte a la identidad cultural de nuestro país, en 2011 se instituyó la fecha de su natalicio como el «Día Nacional del Folklorista», mediante la ley 26665.
Su enorme legado persiste y se refleja en la proliferación de grupos musicales y compañías de baile que continúan, hasta nuestros días, regando las raíces de la tradición folclórica nacional.