El Día Mundial del Hábitat se celebró por primera vez en la ciudad de Nairobi en 1986 bajo la consigna «La vivienda es mi derecho». Reuniones posteriores se realizaron en Nueva York, Londres, Bonn, Dubai, Jamaica, Shangai y Río de Janeiro, entre otras ciudades, bajo con lemas como «Agua y saneamiento para las ciudades», «Ciudades armoniosas», «Planificando nuestro futuro urbano», «Mejores ciudades, mejor vida» o «Las Ciudades y el Cambio Climático». En todos estos encuentros se insistió con la necesidad de orientar la planificación urbana hacia la equidad y avanzar hacia una relación más amigable y sustentable con el medio ambiente.
La actual emergencia sanitaria por el COVID-19 puso de manifiesto lo extremadamente vulnerables que son las ciudades debido a su baja biodiversidad, escasos espacios verdes públicos, saneamiento insuficiente, viviendas en las cuales el distanciamiento social es imposible de implementar, y la existencia de barrios marginales sin agua potable y con malas condiciones ambientales y socio-económicas, lo que redunda en un aumento de los riesgos de contagio. En resumen, la emergencia sanitaria a nivel global evidencia la necesidad de articular un nuevo urbanismo con el desarrollo económico y el impostergable cuidado del ambiente para que las ciudades sean sanas y sustentables.
En la actualidad, en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires se está debatiendo la modificación del Plan Urbano Ambiental (PUA), una ley que funciona como marco de referencia para los postulados de un habitat inclusivo, respetuoso del ambiente y sustentable. Las modificaciones que se incorporen al PUA deberían apoyarse en los principios de sustentabilidad, precautorio, de responsabilidad, de congruencia y de equidad intergeneracional (pensando en las generaciones futuras que vivirán en nuestra ciudad), tal como lo dispone la Ley General de Ambiente vigente en la Argentina. Sólo de esta forma la normativa podrá convertirse en un instrumento para mejorar el hábitat actual y futuro de la Ciudad de Buenos Aires.